Nuestra Historia

 Historia de nuestro Instituto 


(Artículo de Silvia Cruz publicado en la Revista Clase 
del Periódico El Mañana de Reynosa en junio de 2007)

Elvira Villarreal de Espinosa y el pequeño Enrique

Hace diez años llegó a la vida de Elvira Villarreal Mendoza de Espinosa, directora del Instituto Enrique de Ossó, uno de los más grandes regalos que trajo consigo además un gran reto que se ha convertido en uno de los principales motivos para vivir, “todo fue por un ropón de bautizo”, recuerda, pues su sobrina Alma la invitó a ser madrina de su segundo hijo, de no ser por esto, no habría vivido toda una serie de emociones y milagros que aún no termina de explicarse.
Ahora, esta incansable mujer platica sobre una de las experiencias que han marcado su vida y la de muchos niños, pues gracias a una cadena de pequeñas grandes coincidencias, se dio pie a la creación del Instituto Enrique de Ossó de Reynosa, una escuela especializada en estimulación temprana.

LA ESPERA, MUY DESEADA

La petición de su sobrina fue tomada muy en serio por la señora Villarreal, quien siempre le comentaba a su sobrina que ese niño sería suyo. Desde ese momento se encargó de todos los preparativos para recibir al bebé, y como lo dicta la tradición, hizo algunos recuerditos para quienes llegaran a visitar a su ahijado, los cuales consistieron en un simpático oso comiendo un helado.

Enrique bebé
El niño se llamaría Enrique, porque así lo habría sugerido el primer hijo de Alma.
“Cuando faltaba poco para que naciera el bebé, me encuentro en casa una reliquia, era una medallita de San Enrique de Ossó, y pensé inmediatamente que ese iba a ser el santo patrono del niño”, recuerda la señora Villarreal.
Siendo una familia profundamente católica, pensaron que era una divertida casualidad que los recuerditos de Enrique fueran un oso, y que el santo patrono al que encomendarían a su ahijado se llamara San Enrique de Ossó.
En esos momentos toda la familia se encontraba llena de emoción y esperando con ansia la llegada del nuevo bebé. “Fue una espera muy deseada un ahijado muy querido” afirma doña Elvira.

UN MILAGRO LLAMADO ENRIQUE


Nacimiento de Enrique
El 20 de marzo de 1997, Alma dio a luz a un hermoso bebé. Desde el primer momento le detectaron problemas de salud. 
El niño había nacido con un problema respiratorio que lo obligó a estar conectado a respiradores de oxigeno. Los doctores se dan cuenta de que la situación era más grave de lo que pensaban… “Enrique estaba hermosísimo, la única diferencia era que sus manitas estaban cerradas y no lloraba. Cuando le hicieron más exámenes, se detectó que tenía un problema genético que se conoce como “Trisomía 18”, una rara enfermedad que es incompatible con la vida”, platica Elvira.
Al escuchar esta terrible noticia, y con tan pocas esperanzas para su hijo, la familia se sintió devastada, y más cuando los médicos les recomendaron desconectar del respirador al bebé.
Refugiados en su fe católica decidieron bautizar al pequeño en el hospital, se realizó a los diez días de nacido Enrique. Después del bautizo se tomó la difícil decisión de desconectarlo, los doctores no le daban más de cinco horas de vida. 

Nuevamente apoyados en su fe, la familia no cesaba de rezar y de pedir un milagro, y de manera sorprendente el milagro llegó, pues aún desconectado, Enrique se aferraba a la vida.
“Fue una situación muy triste, pero a la vez teníamos una esperanza muy grande en Dios, entonces le pedimos un milagro a San Enrique, aquel de la medallita. Esa noche, mi marido y yo platicamos y le dije: si estamos rezando para que viva, debemos dar algo de nosotros mismos, no solamente pedir”, comenta doña Elvira. Convencida de esto, en sus oraciones prometió ayudar a niños con problemas de salud. Al día siguiente regresó al hospital, mientras tanto, el niño que habría sobrevivido más de 24 horas desconectado del respirador, comenzó a sonreír.

EL PEQUEÑO GRAN SOBREVIVIENTE


Enrique Trisomía 18
Contrario a todos los pronósticos médicos, el niño sobrevivió, y a los quince días de nacido, el 4 de abril, salió del hospital. “Habría que enseñarle a comer, pero comía, aunque estaba muy chiquito y delgadito, estaba vivo.
Su primer año de vida fue muy difícil porque se enfermaba mucho” y recuerda: “Antes de cumplir un año tuvo una infección en la sangre que lo llevó nuevamente al hospital. Se lo encomendamos a Dios, y al día siguiente amaneció como si nada.” Enrique pasó de un milagro a otro, sobreviviendo a infinidad de complicaciones de salud. 

ESTIMULACIÓN TEMPRANA


Curso Estimulación Temprana
“Cuando Enrique tenía cuatro meses, me acordé de una amiga de Saltillo que me había hablado de la estimulación temprana, en ese tiempo no le había prestado importancia, luego pensé en Enrique y la contacté”. 
Su amiga no sólo le habló de la estimulación, un método que sirve para ayudar a los niños a desarrollar sus habilidades, también la puso en contacto con Ana María Hernández, una maestra especializada en ese método y que impartía cursos en Monterrey.
Decidida a buscar las maneras de ayudar a su ahijado y luego de comunicarse con la instructora, viajó a Monterrey para capacitarse en un curso de estimulación temprana.
“En ese curso aprendí que por medio de la estimulación, los niños van madurando y alcanzan objetivos altísimos. Esta técnica era maravillosa y nadie nos había hablado de ella”. Al enterarse de los logros que se podían adquirir por ese medio Elvira invita a la instructora Ana María Hernández a impartir un curso en Reynosa, quien aceptó con la condición de que le consiguiera veinte personas y así formar un grupo, cosa fácil para la madrina de Enrique, quien le consiguió cuarenta personas.

CADENA DE MILAGROS


curso estimulación temprana
Luego del éxito del primer curso, las personas se interesaron en la estimulación temprana, de tal manera que no fue el único taller que se impartió. Para ese entonces, Ana María Hernández le sugería a Elvira que abriera una escuela, ya que a pesar de tener poco tiempo informándose y gracias a su interés constante, hablaba de la estimulación temprana como toda una experta.  Doña Elvira leyó los libros de Glenn Doman, fundador de los Institutos para el Desarrollo del Potencial Humano en Filadelfia, Estados Unidos, hace más de 40 años.  
Fue gracias a ese interés que se le presentó una de las mayores oportunidades de su vida: “Una noche mi esposo y yo salimos a cenar con unos amigos y les platiqué todo lo que había leído, les conté también que en Saltillo había una escuela con gimnasio neuro-motor y que Ana María la asesoraba”. Doña Elvira hablaba con tanta pasión de esa escuela, que uno de sus amigos le ofreció la cantidad necesaria para abrir una escuela de estimulación temprana en Reynosa.
“Yo no le creí –confiesa- me emocioné mucho, le di las gracias y dejé pasar los días, hasta que la secretaria de mi amigo, me habló diciendo que tenía un cheque listo para mí”.

historia instituto
A pesar de tener una gran oportunidad en puerta, doña Elvira tenía sus dudas, las cuales se disiparon cuando recibió la llamada de un genetista de Dallas, Tx., Gilberto Macías, quien se puso a sus órdenes para cualquier caso de niños que requirieran su apoyo. Además, otros de sus amigos, el cardiólogo Roberto Treviño, también le ofrece sus servicios. Mientras se decidía, Treviño le informa que el doctor Simpson de Corpus Christi estaba dispuesto a atender a todos los niños que necesitaran cirugía (la mayoría de los niños con necesidades especiales tienen problemas del corazón) y por si fuera poco el dueño de unas farmacias de McAllen le ofrece medicamento gratis para sus pequeños.
“Todo esto ocurrió durante el primer año de vida de Enrique, en esos primeros meses, Dios puso todo: la maestra, el donativo, el gimnasio, los doctores, todo”, y sin saber cómo, todo mundo esperaba que Elvira Villarreal abriera una escuela de estimulación temprana en Reynosa.

NACE EL INSTITUTO ENRIQUE DE OSSÓ


BENDICIÓN INSTALACIONES
“Para cuando nos dimos cuenta, ya se había formado un grupo fantástico de gente que nos quería ayudar ¡y ni siquiera nos conocíamos personalmente!!” dice doña Elvira.                         Lo primero que  el grupo hizo fue organizar una cena para conocerse y aterrizar las ideas para la escuela, y para su sorpresa los milagros no terminarían ahí, días antes  de reunirse con sus nuevos amigos, le prestan un local nuevo en Plaza las Américas, donde podría instalar el Instituto.


ENRIQUE DE OSSÓ
El 16 de junio, doña Elvira y sus amigos realizan una misa para bendecir el nuevo local, esa misma noche se reunió con el grupo de benefactores, quienes acordaron crear un consejo, del cual Elvira Villarreal Mendoza de Espinosa fue nombrada presidenta.

“Ese año me aventé el paquete de ser directora –recuerda sonriente- porque no sabía qué era todo esto. El 29 de septiembre tuvimos el primer día de clases de estimulación temprana en el Instituto Enrique de Ossó, y como si fuera a propósito, Enrique estaba gravísimo en el hospital a causa de una infección en la sangre, pero Dios nos lo curó”, comenta triunfante.

Así, dando pasos de fe, doña Elvira puso en actividad la Escuela de Estimulación Temprana que recibía a niños con y sin discapacidad, y que era asesorada por la especialista Ana María Hernández. 
Desde el primer momento se buscó que el Instituto estuviera avalado por la Secretaría de Educación Pública, y contara con la correspondiente acta constitutiva que lo acreditara. Como dato curioso, la SEP aceptó el nombre de “Instituto Enrique de Ossó”, ya que además de haber sido sacerdote, el santo fue pedagogo y pionero en estimulación temprana.




“LAS COSAS GRANDES EMPIEZAN CHIQUITAS”


INSTITUTO ENRIQUE DE OSSO

Como si fuera una profecía, esta frase cuelga en la pared de las oficinas del Instituto Enrique de Ossó y nadie mejor que ellos pueden entender su significado, pues de haber sido una escuela con un solo sólo salón, hoy en día es un edificio de dos plantas situado en un terreno de mil 500 metros, ubicado en el centro de la ciudad.

Est. Temprana Reynosa
“Esto empezó muy chiquito, con un gimnasio y un poco de material didáctico, nunca lo vi grande. Yo me sentaba, les daba las clases y hablaba con las mamás, luego entraron las primeras maestras y así empezamos”, recuerda Elvira.
Después de tres años de trabajo en el Instituto, doña Elvira recibe una noticia que al principio no fue nada agradable, pues le pidieron que desalojara el local que ocupaba, pues cerca de ahí se construiría un casino. Para su sorpresa, a esta mala noticia le acompaña una buena, ya que le rentaron las instalaciones del antiguo Hospital Balderas, el cual se encontraba abandonado.

“En el año 2000 llegamos aquí, y estaba en completas ruinas. Cuando por fin conseguí las llaves, entré y lo vi hermoso. Nunca vi dura la tarea, ni pensé que no se podía”, asegura. Con la ayuda de cuatro hombres y un camión de volteo (todo esto prestado), doña Elvira sacó adelante la escuela, y aunque al lugar llegaron en junio, para agosto ya estaban abriendo las puertas del nuevo ciclo escolar.
Los niños que comenzaron su estimulación temprana fueron creciendo, pero nadie quería dejar el instituto, entonces se acordó crear un área para maternal, luego una de kínder, y más adelante, por petición de los padres de familia, se creó la primaria.

UNA ESCUELA ESPECIAL


Enrique un niño especial
Enrique, un niño con capacidades diferentes, fue el motivo principal de la apertura del instituto, pero contrario a lo que se cree, no es sólo una institución sólo para niños con estas características, sino para todos los infantes: “¡Aquí entra todo mundo!” No es una escuela para niños “malitos” como mucha gente cree, Si tenemos niños con problemas de lenguaje, auditivos o de inmadurez, tenemos niños con capacidades impresionantes, y sí, también con algunas discapacidades.
Aunque muchos niños han abandonado la escuela porque no quieren convivir con niños diferentes, nosotros tenemos una cultura que nos ha costado mucho sembrar: la cultura del respeto a la diversidad. Tenemos un fuerte sentido de integración, porque aunque los niños no están en el mismo salón (porque cambian constantemente de salón, según la materia), todos los niños conviven, todos se conocen, y sobre todo, tenemos principios cristianos llevados a la práctica”, comenta la directora.

JUNIO 1997

Buscando ayudar a los pequeños, la escuela otorga becas a los estudiantes que así lo requieren, estas van del cincuenta, setenta y hasta el cien por ciento.
Cómodamente, y sin zapatos, los alumnos caminan por los pasillos del Instituto, como parte de uno de los métodos que utilizan, donde el andar descalzos brinda seguridad y un mejor equilibrio. Además, se utilizan los métodos más vanguardistas y científicamente comprobados, como el método Filadelfia de Glenn Doman, el Bamcubi en matemáticas, FastracKids y César Tort, en Música.
Así mismo, la directora pone mucha atención en los programas que llevarán en la escuela, y para mejorar el nivel de los niños, el instituto pertenece a una asociación mundial de educadores, y sus maestras acuden constantemente a capacitaciones donde conocen muchas corrientes educativas.
En el instituto parece haber una fiesta constante. Todos se conocen y se saludan y la directora es la primera en escuchar a los niños: “Aquí todo mundo viene y me da sus opiniones, los niños me presentan sus proyectos, ellos expresan sus ideas, y nosotros nada más los encaminamos, esta es una escuela para todos, donde todos se divierten mucho”, asegura doña Elvira.

EVENTOS Y ACTIVIDADES DE LOS NIÑOS

A los dos años de haber abierto sus puertas, el Instituto Enrique de Ossó planeó su primer Concierto y lo hizo en grande. Y siguen ofreciendo eventos que demuestran el avance e inteligencia de los niños, desde una orquesta en vivo, hasta contar con un coreógrafo profesional y un maestro de teatro que todo el año que todo el año trabajan con los pequeños. Y estas no son las únicas actividades, desde el primer año los niños visitan la Casa Hogar, organizan retiros y hacen eventos los días especiales.
Esto no sería raro en una escuela, de no ser porque los principales organizadores son los pequeños. Como un ejemplo de su iniciativa, algunos niños de cuarto año escribieron la letra de un Himno a la Paz, y en el mes de mayo, las niñas de quinto año organizaron un retiro para las mamás.

UNA EXPERIENCIA INCREÍBLE


INSTITUTO ENRIQUE DE OSSO
Doña Elvira reconoce que el dirigir el Instituto Enrique de Ossó ha sido una experiencia increíble y emocionante, y no imagina qué sería de su vida sin los niños que ahora conoce y que le dan un toque más de alegría a su vida. Lo que más le gusta es ir por los pasillos y ver a los niños felices, y para contribuir más en su felicidad, a la salida de la escuela los alumnos siempre reciben una paleta de la directora.
Aunque reconoce que la tarea que tiene no es nada fácil, su mayor satisfacción es ver a un niño superar  los obstáculos que le habían pronosticado: “Hemos tenido niños que nadie hubiera imaginado que iban a leer y escribir y aquí lo logran. Nos han pasado detalles bonitos, y cuando algo nos falta Dios nos lo pone. También hemos hecho un gran equipo, las 25 maestras y los 150 niños que aquí estudian, todos nos conocemos.
Es una tarea titánica que yo veo como una bendición por todos los regalos que se me han dado, primero Enrique, y con él, todos los niños que vinieron… ¿Qué fuera de mi vida si no tuviera esto? – reflexiona - ¡estaría muy aburrida! Debo de ser terrible para que Dios me tenga ocupada ¡pero soy muy feliz aquí, dice entre risas doña Elvira.

ENRIQUE DE OSSÓ A FUTURO


INSTITUTO ENRIQUE DE OSSO EN REYNOSA
Aunque en un principio el Instituto Enrique de Ossó no se planeó para la primaria, Elvira asegura que no crecerá más allá de la educación elemental y la razón es muy simple, si creciera más, ya no se podría aprender el nombre de todos los alumnos. “Esta escuela nunca será grande porque las cosas que aquí se hacen no se pueden hacer con muchos niños. No tenemos más de quince niños por salón, no somos tradicionalistas, somos vanguardistas y constructivistas, inculcamos en los niños los valores de una educación integral verdadera”, afirma la directora.
Por otro lado, consciente de que no será siempre la directora, se ha asegurado de que el Instituto quede en buenas manos, por lo que el día que doña Elvira ya no pueda atender personalmente la Escuela, será entregada a la Compañía de Santa Teresa de Jesús, quienes por cierto son un grupo de religiosas que San Enrique de Ossó fundó.
Y no es que no haya querido pasar la estafeta a otra persona. La razón por la que en diez años, la escuela no ha cambiado de directora, es porque no recibe sueldo alguno. Todo el dinero de las colegiaturas se dedica a comprar material para la escuela, pagar sueldo a los maestros y dar mantenimiento al edificio.

Elvira Villarreal Mendoza de Espinosa

Al volver atrás, tras diez años, Elvira asegura que el verdadero motor de toda esta labor es el pequeño Enrique: “Él fue el instrumento; siempre he pensado que hay personas que nacen y les lleva mucho tiempo saber el propósito por el cual Dios las envió, y desde el primer día mi ahijado lo supo, porque ha motivado todo esto. Enrique vino a armar toda una revolución y nos dio la oportunidad de ayudar”, finaliza Doña Elvira.

NOTA: Este artículo fue publicado en la Revista Clase del Periódico "El Mañana de Reynosa", en junio de 2007, y escrito por Silvia Cruz.




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